La mejor manera de conmemorar a una persona es honrar su legado. Y el caso de Benito Juárez, es para nosotros un tanto más especial, porque no podríamos entender al México moderno sin él, sin el empeño y el impulso para construir un país mejor; uno en donde las leyes y las instituciones fueran el eje fundamental de la república, donde los derechos y las libertades de las personas estaban por encima de las ambiciones personales y la obsesión por el poder absoluto.
En preparación para esta sesión, recordé la séptima carta que hace unos meses Dante Delgado le escribió a Andrés Manuel López Obrador; una carta en la que – como lo hizo en las anteriores. Así que quiero aprovechar esta oportunidad para retomar algunos párrafos de esta misiva.
Le dice Dante al Presidente:
“Te autonombraste juarista por la admiración que tenías por el pensamiento y obra de Juárez, lo invocas a la menor oportunidad, lo pones como ejemplo, lamentablemente te empeñas en actuar como él jamás lo habría hecho. Juárez dijo que la ley era su espada y su escudo, para ti es un estorbo.
Juárez sostuvo que no se podía gobernar a base de los “impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes”, mientras tú exclamaste, con prepotencia, irresponsabilidad y soberbia, “no me vengan con ese cuento de que la ley es la ley”.
Juárez insistió en que “el primer gobernante de una sociedad no debe tener más bandera que la ley”, insistió en que su deber era “hacer cumplir la ley no sólo con medidas del resorte de la autoridad, sino con el ejemplo” y que aquellos que no pueden soportar el yugo suave de la ley, se empeñan en destruir el sistema federativo, sustituyéndolo con el poder absoluto.”
Y es que a estas alturas debemos reconocer que tanto el Presidente como su movimiento han extraviado el camino, que el poder los ha cegado y se convirtieron en todo lo que juraron combatir.
Llegaron al poder y se olvidaron por completo de las enseñanzas de ese Juárez que tanto admiraban. Mientras que Juárez decía “la autoridad no es mi patrimonio, sino un depósito que la nación me ha confiado muy especialmente para sostener su independencia y su honor.” El Presidente se cree dueño de la nación entera.
Contrario a lo que decía Juárez, su movimiento ha solapado la construcción de un gobierno de un solo hombre que ahora se ha enfermado de poder, que cree que llenar plazas es gobernar o que un monólogo matutino es política pública. Andrés Manuel es un hombre que cree que nos deberíamos de sentir honrados por ser gobernados por él, que el poder es suyo y no del pueblo, síntoma de aquel que se cree el mayor salvador del presente del país pero que en realidad lo destruye todos los días.
Hoy tenemos un gobierno que es reflejo de las obsesiones y rencores acumuladas, cuando para Juárez no se puede gobernar desde los impulsos de una voluntad caprichosa sino debía ser siempre con sujeción a las leyes pero a este gobierno, así nos lo ha dicho: las leyes le estorban.
Violar la Constitución, las leyes o modificarlas a su conveniencia ha sido una constante en estos cuatro años de gobierno, con un presidente que insiste con militarizar el país a pesar de ser inconstitucional, que desmantela instituciones democráticas a decretazos, a pesar de haber luchado como muchos de los que estamos hoy aquí, para que eso no sucediera. Y para legitimarlo,, tenemos un Congreso en donde la mayoría, por obediencia o por miedo, permite este atropello aún en contra de sus propias convicciones. En eso se han convertido.
Juárez hablaba de hacer valer la ley con el ejemplo, y lo hizo. Su liderazgo y ejemplo, que hoy invocan, es una figura que no han sabido llenar y que se han dedicado a traicionar.
Sólo tenemos que mirar en lo que han convertido a este país, en la polarización que generan día con día, en el desprecio que ejercen a quienes opinamos diferente, en los ataques sistemáticos a la prensa a quien por cierto Juárez defendía diciendo que “la emisión de las ideas por la prensa debe ser tan libre, como es libre en el hombre la facultad de pensar”.
Pero para este gobierno, el pensar es algo que se castiga, algo que vale mejor erradicar, porque el pensamiento libre se convierte en amenaza para un régimen en donde no hay más ley que la voluntad y la ocurrencia de quien nos gobierna.
Ante esta realidad, para muchos de nosotros el legado de Benito Juárez sigue siendo una guía, un faro, una esperanza para quienes seguimos convencidos de que un México con justicia, igualdad y paz.
Juárez decía que “hay que seguir luchando con lo que podamos hasta que podamos” y eso es lo que seguiremos haciendo en esta tribuna por esta ciudad y por este país, vamos seguir luchando por un país donde la ley valga, las voces se escuchen y todos los derechos sean para todas las personas.
Para concluir quiero recordar una frase que también se le atribuye a quien hoy conmemoramos:
“Nunca abuses del poder humillando a tus semejantes, porque el poder termina y el recuerdo perdura.”
Muchas gracias.