En los últimos años, México ha sido testigo de cambios drásticos en el comportamiento de los fenómenos meteorológicos. Las estadísticas reflejan que los patrones de lluvia han experimentado alteraciones significativas. Las tormentas, en el ámbito mundial, también han aumentado en intensidad, y en algunos casos, en cuestión de horas, se ha registrado la misma cantidad de agua que anteriormente caía durante todo un año, lo que ha transformado las calles en auténticos ríos. Este fenómeno no se limita solo a las lluvias, sino que también afecta a eventos como los huracanes, que se caracterizan por una mayor rapidez en su intensificación, una mayor frecuencia y la aparición de éstos en regiones donde antes eran poco comunes. Estos cambios son una muestra evidente de la evolución del clima en el país, lo que implica una necesidad urgente de adaptación y preparación ante fenómenos meteorológicos cada vez más extremos.
El país está comenzando a enfrentar los primeros síntomas de un proceso climático que parece convertirse en un fenómeno crónico, poniendo en riesgo la vida de millones de mexicanos. Este desafío requiere una respuesta urgente y eficaz, que implique una gran estrategia para abordar los impactos del cambio climático. Es fundamental sistematizar la experiencia acumulada, integrar los conocimientos científicos disponibles y fomentar la creatividad y el ingenio para crear soluciones innovadoras. Además, es imprescindible un profundo entendimiento de las dinámicas sociales, pues la adaptación y mitigación de estos fenómenos debe ser inclusiva y considerar las particularidades de las comunidades más vulnerables. Este enfoque integral será clave para reducir los riesgos y proteger el bienestar de la población ante la creciente intensificación de fenómenos meteorológicos.
1.Sistemas de alerta temprana para salvar vidas y reconstruir confianza.
Las emociones que vivieron los habitantes de Valencia España, donde sintieron rabia, tristeza, miedo, frustración e indignación que experimentan las personas afectadas por los fenómenos intensos, generaron una profunda desilusión y distanciamiento con las autoridades.
Ante esta realidad, es urgente implementar en México un sistema de alerta eficaz que brinde a las comunidades las herramientas necesarias para hacer frente a los riesgos. Un sistema de alerta debe basarse en cuatro pilares fundamentales: primero, identificar los riesgos de manera precisa; segundo, monitorearlos técnicamente con los recursos adecuados; tercero, comunicar las alertas de manera clara y oportuna; y, finalmente, asegurar que las comunidades estén debidamente capacitadas para responder de manera efectiva ante cualquier emergencia. Estos componentes son esenciales para mejorar la resiliencia de las poblaciones y minimizar los impactos de los fenómenos meteorológicos extremos.
2.Atlas de riesgos: de conocimiento inútil a herramientas prácticas para decidir.
Desde 2009, México ha iniciado la transición de los atlas de riegos impresos hacia plataformas web abiertas al público, permitiendo el acceso a información crucial sobre peligros y vulnerabilidades. Sin embargo, a pesar de este avance, es necesario que los atlas evolucionen más allá de ser simples mapas técnicos y abstractos. Para ser realmente efectivos, estos deben convertirse en herramientas accesibles y fáciles de entender, que faciliten la toma de decisiones. Solo así podrán ser aprovechadas por las comunidades y autoridades para implementar medidas de prevención y respuesta más efectivas ante fenómenos climáticos extremos y otros riesgos asociados a eventos naturales. La evolución de estos recursos es clave para fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación del país ante los desafíos del cambio climático.
Es urgente que los atlas de riesgos dejen atrás la etapa de información inservible y se conviertan en recursos prácticos y funcionales para la autoprotección y la gestión del riesgo. Estos atlas deben ser accesibles no solo a las autoridades, sino también a las comunidades, empresas y todos los niveles de gobierno. De esta manera, podrán ser utilizados de forma efectiva para tomar decisiones informadas que contribuyan a la prevención de desastres y a la reducción de riesgos. Solo al transformar estos mapas en herramientas claras y útiles, se podrá mejorar la resiliencia ante fenómenos climáticos extremos y otras amenazas naturales, fortaleciendo además la capacidad de respuesta del país ante emergencias.
3. Más inteligencia para un liderazgo efectivo en la crisis.
Para prevenir las consecuencias de fenómenos climáticos extremos y otros peligros, es esencial que el gobierno cuente con las herramientas, procesos, personal y equipos adecuados. Esto permitirá implementar tres acciones fundamentales: inteligencia, coordinación y movilización de recursos. La inteligencia implica la recopilación y análisis de datos precisos sobre las amenazas y vulnerabilidades. La coordinación asegura que las diversas instituciones, comunidades y sectores decidan y trabajen de manera conjunta y eficiente. Finalmente, la movilización de recursos garantiza que haya disponibilidad de medios y apoyo necesario para actuar rápidamente ante cualquier emergencia. Estas acciones, bien ejecutadas, son clave para reducir los riesgos y mitigar los impactos de los desastres, protegiendo así a la población y mejorando la capacidad de respuesta ante situaciones críticas.
Para enfrentar con eficacia los desastres, es crucial que las autoridades tomen decisiones coordinadas basadas en las mejores prácticas internacionales. Además, deben movilizar de manera eficiente los recursos necesarios no solo para enfrentar la emergencia en el momento, sino también para impulsar la recuperación y llevar a cabo la reconstrucción de manera sostenible. Los líderes encargados de la gestión del riesgo de desastres deben trabajar activamente para fortalecer la organización funcional de las comunidades, asegurando que estén bien preparadas y capacitadas para responder ante cualquier contingencia. Este enfoque integral y coordinado es fundamental para reducir los riesgos y mitigar los efectos de futuros desastres, protegiendo a la población y garantizando una recuperación rápida y efectiva.
En un momento crucial para el país, la gestión integral de riesgos se perfila como una prioridad dentro de la estrategia del gobierno encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum. La administración actual ha comenzado a asignar roles y responsabilidades más claras a diversas dependencias clave, como la Secretaría de Ciencias, Humanidades, Tecnología e Innovación; la Secretaría de Medio Ambiente; la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano; la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana; la Secretaría de la Marina y la Secretaría de la Defensa Nacional. Este enfoque multidisciplinario refleja un paso importante hacia una coordinación más efectiva en la prevención y manejo de riesgos. En este contexto, expresamos nuestro firme compromiso de colaborar con las autoridades en este ambicioso proyecto, que busca integrar la gestión del riesgo de manera transversal en diversas áreas estratégicas del gobierno.