Columna Destacada
La Farsa y riesgo de las mañaneras.
Por: Luisa Gutiérrez Ureña
La principal estrategia y eje de comunicación del Gobierno Federal se centra en las llamadas “mañaneras”, un formato comunicativo supuestamente austero que, al menos en teoría, tenía como objetivos informar sobre las políticas implementadas por el gobierno de la “Cuarta transformación”, generar un espacio de rendición de cuentas, fortalecer la participación ciudadana, entre otros. Sin embargo, las mañaneras se han convertido en un espacio para expresar mentiras y propaganda burda por parte del presidente y sus allegados. Recientemente el INE ordenó a la Coordinación de Comunicación Social del presidente eliminar conferencias donde ataca a opositores.
El gran problema de las mañaneras es que, al propio estilo de un programa muy similar que llevaba el dictador Hugo Chávez llamado “Aló presidente” (1999-2012) en Venezuela, este esquema degeneró rápidamente en una especie de banquillo de los acusados donde López Obrador desde una posición privilegiada de poder calumnia, ofende, denuesta lo mismo a periodistas, feministas, que a empresarios y políticos opositores, y en general a todo aquel que no comulgue con sus ideas. Diversos medios han documentado las mentiras que el presidente, durante casi dos horas en promedio, suelta en este espacio sin el menor recatoy aprovechándose de su posición.
La degradación y violencia institucional que se ejerce en las mañaneras lo resume a la perfección la sección “Quién es quién en las mentiras de la semana” a cargo de Elizabeth García Vilchis. Cabe destacar que esta sección, donde ya he tenido el honor de aparecer, fue señalada por la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) como “un espacio utilizado por el poder ejecutivo para estigmatizar y descalificar el trabajo de la prensa” (Proceso, 2023).
Por sí mismas, las mañaneras representan las peores prácticas de un gobierno de corte dictatorial que busca acallar las voces críticas, cancelar el diálogo democrático, calumniar sin que exista posibilidad de réplica en un espacio que debiera pertenecer a las y los mexicanos, un espacio para informar sin embargo como ya se mencionó se ha transformado en un espacio para que el presidente pueda atacar todo aquel que se atreve a enfrentarlo. La mayoría de las veces Jesús Ramírez utiliza “periodistas” de utilería que son contratados para preguntar lo que se les indique o para realizar penosas coreografías de elogios interminables al presidente. En caso de que algún periodista profesional logre participar y haga una pregunta que incomode al presidente, la descalificación y ofensa por parte del inquilino de Palacio se vuelven inminentes.
Recientemente, los diversos pronunciamientos de las autoridades electorales en razón de las denuncias presentadas por diversos partidos políticos han reabierto una conversación importante: ¿es válido que el presidente mantenga este tipo de conducta y haga acusaciones contra sus opositores en un canal de comunicación de estas características? ¿Pudiera esto significar una intromisión considerable que genere inequidad en el contexto de un proceso electoral en puerta?
Eventualmente, tendremos que discutir una regulación electoral acorde al desarrollo de ciertas tecnologías que están modificando las prácticas políticas en el terreno de la comunicación. La sociedad en su conjunto debe exigir quefuncionarios como López Obrador dejen de utilizar recursos y espacios públicos para comportarse como auténticos bravucones de cantina. Más considerando que dicho espacio no está siendo usado por cualquier persona para su ejercicio individual del derecho a la libre expresión, sino que se utiliza como megáfono para amplificar el mensaje de la figura más poderosa de la Nación, el presidente de la República.
El INE tiene un reto mayúsculo que debe atajar en lo inmediato, para que esta situación no derive en una eventual descalificación de todo el proceso electoral próximo. Aquí yace una importante prueba de fuego para las instituciones, más si consideramos que el presidente, como ha demostrado con sus declaraciones, no tiene la intención de ceder en sus prácticas violentas y antidemocráticas.